- Recuperar y reconstruir toda la historia
agrícola de nuestro país, de nuestros ancestros desde la visión
geohistórica, demarcándose de la concepción rentista, agroindustrial. La
pedagogía como eje de la construcción de esos saberes históricos.
- Reconocer y valorar nuestras raíces
campesinas, originarias y afrodescendientes como parte de nuestra
aragüeñidad y venezolanidad en general, así como también cómo los saberes
que de ellas se desprenden y que aun hoy se preservan de generación en
generación para hacerla práctica cotidiana en los espacios educativos y
comunitarios.
- Valorar las formas ancestrales de producción y
autosustentabilidad de la familia aragüeña y de otras regiones del país:
el conuco, los patios productivos, la cría de animales, la siembra de
frutales, la preservación de alimentos, las recetas familiares, la
preservación del agua, entre otras.
- Recuperar la soberanía cognitiva y
alimentaria a partir del desarrollo de contenidos y prácticas
pedagógicas cotidianas de la agroecología en los espacios escolares y
comunitarios como modo de fomentar y concretar la sustentabilidad de la
escuela, los estudiantes y las familias y de construir un nuevo paradigma
productivo-ecológico. “Un pueblo que es capaz de producir lo que
consume es un pueblo libre y soberano”.
- Develar la concepción curricular estandarizada
y “neutra”, acrítica que transita nuestros espacios escolares por una que
opte por el aprendizaje significativo, el aprender haciendo, teórica
práctica, ligado a lo socialmente útil.
“enseñen y tendrán quien sepa,
Eduquen y tendrán quien haga”.
Simón Rodríguez
- Reivindicar la cultura campesina,
autosustentable, de la cual el aparato educativo renegó y nos hizo negar
por ser “atrasada” “marginal”, negadora de los orígenes de nuestra
identidad como pueblo, allí encontramos la vergüenza étnica en frases como
“estudie para que sea alguien en la vida” “estudie para que no sea como
yo… un pescador” “…”para salir de abajo”, “quítate la cabeza de conuco que
llegó el progreso.” todo esto pone en evidencia esa separación perversa y
negadora de lo endógeno y de la fuerza de nuestra autodeterminación.
- Revertir la dependencia de la producción
agrícola a gran escala que nos impuso el modelo de desarrollo agroindustrial
por una producción, cercana a la gente, a los y las estudiantes, es desde
allí que todo espacio es óptimo para sembrar y producir alimentos o la
crianza apropiada de animales.
- Revertir la cultura excluyente, individualista
por una escuela colectiva, acompañante y preocupada por el bien común, lo
colectivo y lo comunal.
En este sentido, el PTMS plantea incidir en la cultura escolar generando
procesos de investigación, la siembra como práctica cotidiana y generadora de
aprendizajes pertinentes y ajustados a todas las áreas de conocimientos, por
tanto no debe verse como separado de lo curricular y la cultura en general.
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