ü El modelo
capitalista en la agricultura, con el enfoque de la revolución verde, estimula
el monocultivo para la agroindustria. Con el
monocultivo sobre todo de cereales, maíz, arroz, sorgo, vienen los paquetes de
agrotóxicos y fertilizantes sintéticos, la mecanización de la tierra y la
sustitución del jornalero por el tractor, paralelamente, el deterioro de
los suelos, monopolio del agua, incremento de insectos plagas, que requerían
más fertilizantes, herbicidas y plaguicidas para poder controlar y producir
masivamente, según las exigencias del mercado. El hecho de tener petróleo, nos
da unas ventajas en cuanto al acceso de estos derivados sintéticos para la
agricultura.
ü El paquete de
medidas impuestas en los años 70 por el Banco Mundial y el BID con sus acuerdos
bilaterales, han desmantelado los aranceles y otros instrumentos que los países
tenían para proteger su producción agrícola local, los forzaron a abrir sus
mercados y tierras a los agronegocios mundiales, a los especuladores y a la
exportaciones de alimentos subsidiados provenientes de países ricos.
ü Como producto
de la crisis financiera en los centros capitalistas hegemónicos, los
capitales ociosos migraron hacia otras inversiones,
particularmente la de origen agrícola. Este giro hacia el negocio
de los alimentos, donde los carteles vinculados a este rubro, tienen el
monopolio de la producción, distribución y consumo, han contribuido a la actual
hambruna mundial encareciendo los precios y generando escasez.
ü Los grandes
carteles de los alimentos integrados por grandes empresas transnacionales
que producen agrotóxicos y semillas transgénicas, como la MONSANTO,
BAYER, DUPONT, SYNGENTA, BASF y DOW, son las grandes beneficiadas de la “crisis
alimentaria”, ya que han comprado las cosechas a “futuro” en todo el mundo y
controlan el conjunto de insumos agrícolas
ü El negocio de
matar de hambre ha hecho que estas grandes trasnacionales que dominan el 80% de
la producción de cereales hayan aumentado groseramente sus ganancias: para el
2007 Cargill aumentó sus ganancias en un 36%; ADM en un 66%, CONAGRA en un 30%,
Bunge en un 49%, Dreifus en un 77%, en el último trimestre del 2007 Monsanto
obtuvo un 44% más que en el 2006 y Dupont-Pioneer 19%
ü Como ya señalamos,
estas empresas ya han hecho compra de alimentos a futuros. Es decir, la
producción mundial de cereales, leguminosas y otros alimentos, estas empresas
las tienen aseguradas por la vía de la mercantilización.
ü El impacto
ecológico juega otro papel determinante en la crisis alimentaria, ya que a la
par de la especulación, está el deterioro ambiental, el agotamiento y
contaminación de los suelos, la emisión de gases invernaderos, lo que ha
conducido a cambios climáticos que han arruinado también la producción agrícola
en el mundo y han ocasionado las alteraciones y cambios que van desde
fuertes sequías, tsunamis, terremotos, inundaciones, desertificación de suelos,
estrés hídrico, escasez de agua, aumento de dióxido y monóxido de carbono
por la cantidad de hectáreas de bosques desaparecidos y el uso irracional de la
energía.
ü Existen 10
millones de personas en América Latina en peligro de pobreza extrema; 22
millones de países en riesgo de hambruna; 30 países con desequilibrios sociales
por falta de alimentos; 100 millones de pobres en riesgos (30 en África); 862
millones con problemas serios de desnutrición; 2000 millones directamente
afectados en el mundo. Tal cuadro que pone en entredicho la seguridad y
soberanía alimentaria de nuestros países y en especial el derecho a la
alimentación, ya estaba pronosticado por la FAO y la ONU.
ü El conjunto de
estas proyecciones tienden a agravarse en los próximos meses por la
combinación de la inflación-recesión que apenas comienza y sus implicaciones en
la producción de alimentos: restricción de siembras y cosechas, escasez
relativa y baja en los inventarios, altos precios y prácticas especulativas de
los carteles del agronegocio a través de la compra a futuro ya realizada en la
fase previa que denotó esta crisis. En EEUU, el grupo cerealero está cruzado
por el impacto de las anteriores determinaciones y en rubros como el maíz se
deja sentir el proceso recesivo, reducción de 27 millones de toneladas en
la producción, disminución de 14 millones de toneladas en los inventarios,
reducción de 15 millones de toneladas en exportaciones, a todo esto hay
que agregar que el imperio para asegurar su seguridad alimentaria está
reponiendo sus inventarios y garantizando las reservas estratégicas y
operativas, para lo cual ha adquirido la poca producción mundial. Tal
cuadro implica una verdadera amenaza para los países del sur, convertidos en
las últimas décadas en importadores netos de alimentos, porque aun cuando
pudiésemos tener divisas o poder comprar, no vamos a encontrar en el
mercado bienes agrícolas en cantidad, calidad y seguridad del suministro.
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