Visualizamos el
currículo no como un modelo, sino como un desarrollo, en construcción
permanente y continua, en el cual bajo las premisas de aprender a
aprender, aprender haciendo y aprender en colectivo, se desarrollan
procesos y capacidades humanas y se adquieren habilidades y destrezas para
resolver problemas concretos con aprendizaje de conocimientos pertinentes.
En cuanto a los contenidos, ya no sólo se refieren a conceptos sino que
estos se articulan a procedimientos y prácticas, al mismo tiempo que se
vinculan con valores y actitudes. Estos contenidos deben vincularse al contexto
sociocultural, a los sujetos sociales y las problemáticas que se intentan
resolver, además de tomar en cuenta la diversidad étnica y la
interculturalidad, donde también juega un papel preponderante la vocación
productiva de dicho contexto.
Con respecto a las
problemáticas de escasez de alimento y la ambiental, en el desarrollo de la
agroecología como enfoque o paradigma, la escuela debe desarrollar proyectos
donde se concrete el hecho de producir bajo esta concepción y desarrollar
acciones para transformar el deterioro ambiental. Los Proyectos Educativos
Integrales Comunitarios PEIC al igual que los Proyectos de Aprendizaje deben
dirigirse a tal fin. Deben planificarse de manera que los contenidos que
se aborden en tanto en el aula como en todos los espacios escolares, permitan
el aprendizaje significativo de la agroecología y sus componentes.
En la actual etapa histórica en que vivimos se plantea revertir en su
totalidad toda la visión sobre currículo y desarrollo económico capitalista. Es
nuestro desafío como educadores y educadoras avanzar hacia el desarrollo
endógeno como un escenario propicio para impulsar la nueva escuela, la
educación necesaria. Desde allí, el Programa Todas las Manos a la
Siembra pasa a ocupar un papel preponderante como medio para revertir esa
realidad.
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